miércoles, 4 de marzo de 2009

La Luz Interior

Erase una vez un hombre solitario, sentado en un estanque, con el sol cayendo sobre el horizonte, observaba el reflejo que su solitaria figura hacía en el agua.
Era tal su soledad, que llegó a imaginar que su propio reflejo era en realidad su mejor amigo, el cual le hacía compañía.
– Mira las arrugas que tienes!, te estás haciendo mayor amigo… - decía el hombre.
Observaba su propio reflejo, intentando dejar de sentir esa soledad que nunca le decía nada.
Después de un buen rato, una voz extraña dijo:
- psssss, hey!, ¿Ya te has cansado de tanto pensar?
El hombre pegó un salto y miró hacia todos los lados asustado.
- pssss, aquí, soy YO, ¡Aquí abajo!

El hombre miró atónito con el corazón acelerado y con voz temblorosa.
- ¿Quién?,
- Hey! soy YO, ¡por fin te callaste!, ¡nunca me escuchas!.
- Pero, ¿Qué dices?.
-Si. Si, era tal el ruido que siempre has hecho, que nunca me conseguiste escuchar. Este fue el principal motivo de tu sentimiento de soledad.
- ¿Ruido?, ¡pero si estaba callado!, pues no había nadie a mi alrededor, ¡estaba solo como siempre!.
- A eso me refiero, tu pensamiento en la soledad era tu ruido y cuando te cansaste de darle vueltas a la mente, me conseguiste oír.
-¿Pero quién eres?
- Te lo diré de la siguiente forma. Soy aquel que te amó incluso desde antes de que nacieras, soy el motor que hace que tus necesidades se hagan realidad, el que te empuja a vivir cada segundo de tu vida, soy la parte de ti más cercana a lo que llamas Dios, yo soy tú y tú eres yo.

- Pero dime, ¿por qué no me hablaste cuando más te necesitaba?, cuando murió mi padre, cuando murió mi madre por ejemplo
- Estabas tan ocupado en tu propio dolor que no deseabas ninguna otra cosa, lo hice, te hablé, te grité, pero tu pesar era más fuerte que cualquier otra cosa. En Realidad fuiste muy egoísta, pues no llorabas por tus padres, sino por lo solo que te encontrabas tras su muerte y por lo que sería de ti. En realidad llorabas por el vacio que ellos dejaron en ti, llorabas por ti y esto te impidió escuchar a nadie.
El hombre se echó a llorar y lo entendió, y le dio vergüenza, con lo que el reflejo dijo
– ¿ahora te avergüenzas?, no te avergüences, pues no hiciste ningún mal a nadie mas que a ti mismo, pues lo único que conseguiste fue encerrarte en el dolor. Tus padres están en buen sitio y tú te quedaste sordo por tu egoísmo, ¿quién merece un perdón?, quizá tu mismo, depende de ti.
El hombre dijo:
-Pero es difícil perdonarse a uno mismo
- Es muy sencillo, primero, sincérate contigo mismo, deja de engañarte, no te avergüences pues yo soy tu vivo reflejo.
El hombre asintió y cerrando los ojos dijo:
- Me doy cuenta de las mentiras que he construido a mi alrededor, siempre para poder obtener algún beneficio o por algún interés o por egoísmo. Mis mil máscaras en esta sociedad sirvieron para engañar a los demás, para que no me conocieran, para poder dar una imagen distinta; siempre con la excusa de que era para que no me hicieran daño. Y al final, con el tiempo, el mayor engañado fui yo mismo. Olvidé quién soy. Me creí mi propia mentira, mis propias máscaras. Y esto, me llevó a una sensación de soledad, desilusión, a la idea de creer que no encajaba en ningún sitio, con nada ni con nadie.
El hombre haciendo un gran esfuerzo de voluntad y llorando proseguía diciendo:
-En muchas ocasiones me sentía mal, caía en depresión en otras ocasiones, mi trabajo no me llenaba, las masas de gente me agobiaban, algo más tendría que haber en este mundo que me hiciera verdaderamente feliz.
– Claro, era yo con mis susurros, quién causaba esa duda para que tú mismo te preguntaras. Quizá causándote mal estar, pues entiendo perfectamente lo mal que pasaría un sordo, observando un concierto de mil voces angelicales, pues el sordo como tú, intuye que algo suena pero no sabe lo qué está oyendo.
– Ahora entiendo que por esta razón, me sintiera tan mal con mi propia vida sin saber nunca por qué.
– Claro, yo te decía,¿ de verdad eres el mejor como crees ser?, ¿te sientes bien con la vida que llevas?.
– Ahora lo entiendo.
El hombre estaba llorando en aquel lago solitario mientras su reflejo decía:
-Nadie te juzgará más duramente y mejor que tu a ti mismo, por lo tanto, comprende que la razón de tu comportamiento fue motivado por la ignorancia y ahora que has conseguido abrir tu mente, no sigas haciéndote daño con más y más excusas, perdónate, acepta lo que eres, acepta quién eres con tus errores y tus aciertos, con tus virtudes y tus defectos, y sobre todas las cosas ámate tal como eres y por consiguiente reparte ese gran amor a todos los que te rodean, pues yo estoy aquí contigo, dentro de ti, para dar fe de lo maravilloso y glorioso que eres.
El hombre que antes andaba solitario, nunca más volvería a estarlo, porque dentro de si mismo, apareció la luz que hizo saber que la única soledad fue la ignorancia de ser eternamente divino.

Dedicada a todos los que buscan alguna respuesta para que callen su mente y hablen consigo mismo. SHAU.

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